El bicentenario nos brinda una excelente excusa para reflexionar sobre los mitos fundantes de nuestros países latinoamericanos. A propósito de esto con el presente trabajo propongo posar la mirada sobre las mujeres de las primeras décadas del siglo XIX en general y sobre la indumentaria que ellas portan en especial. A menudo los discursos historiográficos clásicos del siglo XIX presentan las problemáticas políticas y sociales con gran homogeneidad, excluyendo los “pequeños mundos”, en este caso el femenino. Buena parte de las medidas y cambios que proponen la revolución de Mayo de 1810, motorizada por Buenos Aires, no alcanzan a modificar el estatus de las mujeres contemporáneas a la revolución. Con lo cual cabe preguntarse ¿cuál es el lugar de estas mujeres? ¿Qué comportamiento asumirán en el nuevo contexto independiente?.
Por otra parte, tras la ruptura de 1810 por primera vez en Buenos Aires la indumentaria se convierte en un elemento primordial del ser revolucionario. Como consecuencia de esto la popularización del llamado talle imperio intenta romper con las sujeciones del justillo colonial aunque en lo cotidiano el cuerpo femenino siga siendo el lugar donde reside el honor familiar. En este contexto entonces, es necesario revisar las pautas de la vida cotidiana, más allá de las proclamas revolucionarias, como forma de comprender aún más el surgimiento de las naciones latinoamericanas.